1. Por su orden. Una vez limpio el rostro, y tras la aplicación del tónico, va el contorno de ojos. Antes que el serum, la crema hidratante o cualquier otro producto de tu rutina de cuidado facial para favorecer la absorción de los principios activos.
2. A toquecitos, por favor. No estás forcejeando con la celulitis, sino con las ojeras. ¡Nada de pellizcar o extender bruscamente! El contorno se aplica a ‘tecleteos’ ligeros con el dedo anular (el que menos fuerza tiene) en el hueso que se encuentra debajo de la ojera y en el que se localiza debajo de la ceja.
3. Gafas de sol: el accesorio necesario. Ejercen como parapeto ante la radiación UV gracias a los filtros solares que incorporan e impiden que guiñes los ojos, lo que te ayuda a descansar la delicada región periocular día, tras día, tras día. Aliadas perfectas con interesantes efectos ‘secundarios’ de moda: si además te hicieran la declaración de la renta no te darían más juego.
4. Con la cabeza muy alta. Si lo tuyo es un problema de bolsas, duerme con la cabeza alta en relación al resto del cuerpo para disminuir la retención de líquidos y que las bolsas presenten un aspecto menos hinchado. Además, a lo largo del día puedes ir haciéndote masajes drenantes de dentro hacia las sienes para favorecer la expulsión de toxinas y líquidos.
5. Canción de hielo y fuego. El contraste de temperatura funciona para estimular la eliminación de líquidos y, en general, ‘espabilar’ la microcirculación sanguínea, mejorando también el tono. En esos días de cansancio extremo que hasta te cuesta abrir los ojos, humedece unos algodones desmaquillantes en agua o loción hidratante, mételos en el congelador durante unos minutos y póntelos sobre los ojos. Aguanta con ellos todo lo que puedas mientras la vasoconstricción te va deshinchando el párpado y, a continuación, quítatelos y remata el efecto ‘tecleando’ el área como cuando te aplicas el contorno. |
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